¿Qué viene después de la muerte?


Depende. Sin importar la religión, todas enseñan que al morir lo que recibiremos depende de cómo hayamos vivido esta vida. Cada una tiene su lista de exigencias y promesas, pero en general la opinión que prevalece es que si hay algo bueno después de la muerte, lo recibiremos por mérito. Parece lo más lógico.

Si hoy murieras, ¿sabes dónde pasarías la eternidad?

Aunque evitamos pensar en la muerte, sabemos que ella vendrá algún día. Cuando la pregunta es personal naturalmente asumimos que aunque no somos perfectos, no somos tan malos comparados con los violadores, asesinos o ladrones que hay en el mundo. Quizás no estamos tan lejos de que nos vaya bien después de la muerte. Si hay un cielo, probablemente iremos allí.

¿Que has hecho tú para merecer el cielo?

Aquí las respuestas son variadas. En general nos esforzamos por tener una buena conducta en relación con los demás. Si imaginamos una balanza donde se pesen nuestras buenas y malas obras, posiblemente se inclinen a lo bueno.

Yo pensaba de esta manera, pero siempre me quedaba la duda de qué sería de mi al morir. Realmente no sabía si era lo “suficientemente bueno”. Yo no sabía cuál era el estándar con el que me estaban midiendo. El consejo que recibimos de la religión es seguir cumpliendo las buenas obras y esperar lo mejor.

Para mi sorpresa, la Biblia es el único libro que enseña que el cielo no se gana obrando bien o por méritos. De hecho, nos explica cuál es nuestra condición como seres humanos y nos da la fórmula, el secreto para estar 100% seguros de nuestro destino al dejar este mundo.

Expondré los puntos más importantes que Dios quiere que entendamos de su palabra:

1) El pecado. Todos somos pecadores.

Hay un dicho popular que dice: “errar es de humanos”. Esto es cierto. En general tenemos conciencia del bien y del mal y sabemos que todos en mayor o menor medida hemos cometido errores en nuestra vida.

Dios estableció en la Biblia una ley que determina cómo se debe vivir una vida perfecta. Pero cuando no cumplimos alguno de esos mandamientos, pecamos. Pecado es la palabra que usa la Biblia para describir cuando rompemos las reglas impuestas por Dios. La Biblia dice:

Cualquiera que comete pecado, traspasa también la ley; pues el pecado es transgresión de la ley.

1 Juan 3:4

No es necesario conocer en detalle la ley de Dios para saber si la hemos dejado de cumplir. La Biblia nos lo dice directamente:

Como está escrito: No hay justo, ni aun uno.

Romanos 3:10

De entrada nos declara que no existe ninguna persona que pueda decir que ha cumplido todos los mandamientos de Dios. No hay nadie que sea justo.

En otro lugar la Biblia reitera:

por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios;

Romanos 3:23

Ya que todos hemos pecado estamos alejados del estándar perfecto de Dios. Si somos sinceros, reconoceremos que es cierto. No dudo que también hemos hecho cosas buenas, pero eso no cambia el hecho de que somos pecadores porque en algún momento de nuestra vida desobedecimos la ley de Dios.

2) El Infierno. Todos los pecadores están condenados.

Dios estableció que el que cumpliera su ley para ser perfectos como Él, vivirá gracias a ello:

Porque Moisés describe la justicia que es por la ley: El hombre que hiciere aquellas cosas, vivirá por ellas.

Romanos 10:5

Pero en otra cita la Biblia dice:

Porque la paga del pecado es muerte;…

Romanos 6:23

Es decir, que por dejar de cumplir la ley de Dios el castigo es la muerte. Son los dos extremos. Dios es perfecto y completamente justo y no puede convivir con el pecado. Entonces si eres perfecto y sin pecado, vivirás gracias a ello, pero si pecas debes morir.

Todos sabemos que algún día moriremos, pero la muerte de nuestro cuerpo físico es solo una parte del problema. También hay una muerte espiritual, lo que la Biblia llama la “muerte segunda”:

Pero los temerosos e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras, y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

Apocalipsis 21:8

Hay allí una lista de pecados graves. Pero también pone en la misma categoría de condenación a los mentirosos. También observa que la “muerte segunda” se pone en paralelo con “el lago que arde con fuego y azufre” que finalmente es el infierno.

Esto es un problema. La Biblia no solamente nos está enseñando que cualquier pecado nos condena al infierno, sino que todos estamos destinados a ir allí porque sin excepción, todos somos pecadores.

¿Quién puede decir que nunca ha mentido? Seamos sinceros. Si hicieras un rápido ejercicio de auto análisis seguramente encontrarías que eres culpable de cometer este pecado en tiempo reciente y quizás vengan a memoria cosas peores. No te juzgo, todos hemos hecho cosas que nos avergüenzan y que son pecado para Dios.

La Biblia describe el infierno como un terrible lugar de sufrimiento eterno al que van los pecadores al morir. Una vez condenados, no existe forma de escapar este destino. Pero si eso es verdad, ¿dónde quedó el amor de Dios del que algunos hablan? Si Dios nos ama tanto: ¿por qué hace imposible que podamos escapar de esta condenación?

3) Jesucristo vino a morir por nuestros pecados.

La buena noticia es que Dios nos envió a su Hijo a morir en nuestro lugar para pagar el castigo que nos corresponde a nosotros:

Mas Dios encarece su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Romanos 5:8

Jesús pudo morir en nuestro lugar porque a diferencia de nosotros, el vivió una vida perfecta en la tierra, sin pecado, como lo declara la Biblia:

Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas; sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Hebreos 4:15

Si hemos establecido que la muerte es consecuencia del pecado, entonces Jesús no merecía morir porque nunca pecó. Sin embargo, entregó su vida voluntariamente para pagar por nuestros pecados. La Biblia también dice:

Quien llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia; por las heridas del cual habéis sido sanados.

1 Pedro 2:24

Jesús murió por todos los pecados de toda la humanidad. No solo los pecados pasados sino los presentes y futuros.

¿Cómo sabemos que el sacrificio de Jesús realmente pagó por nuestros pecados?

¡Porque resucitó! Resucitó al tercer día de su muerte, este es el hecho transcendental, es lo que cambió todo.

Muy bien, si Jesús murió por todos los pecadores, ¿significa eso que ya todos somos salvados del infierno automáticamente?

4) ¿Qué debes hacer para ser salvo?

Esta misma pregunta quedó registrada en la Biblia:

y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?

Hechos 16:30

y la respuesta que recibió fue esta:

Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa.

Hechos 16:31

Nota que la respuesta no fue: únete a la iglesia y serás salvo. Ni bautízate y serás salvo. Tampoco arrepiéntete de tus pecados y serás salvo. La respuesta no incluyó una lista de mandamientos que cumplir, solo le dijeron cree.

Por si acaso, aquí hay otras citas que expresan lo mismo:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Juan 3:16

El que en Él cree, no es condenado, pero el que no cree, ya es condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Juan 3:18

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

Juan 3:36

¿Creer que existió? ¿creer que fue muy bueno? ¿creer que es el Hijo de Dios? ¿creer en sus milagros y enseñanzas?

Realmente significa creer que Jesús nació de una mujer, vivió una vida sin pecado en la tierra, murió en una cruz por tus pecados y resucitó al tercer día. Este es el evangelio.

Como puedes observar la palabra creer es recurrente. Todo parece indicar que la salvación es por fe, es decir, por creer en algo que no puedo ver pero que considero verdad.

Hay algo más que viene como consecuencia de creer: si pongo mi fe en que Jesús me salva por su sacrificio en la cruz, esto implica que debo dejar de poner mi fe en mis propias buenas obras y dejar de intentar ganarme la aceptación de Dios.

Podemos decir también que creer es poner nuestra confianza en Jesucristo dejando de confiar en nuestros propios méritos. Confiar en que su sacrificio es lo que me da salvación, no mis buenas obras.

La Biblia dice:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

Efesios 2:8-9

La fe es la que nos salva y la salvación se recibe por gracia, es un regalo que no merecemos. Y si es así, entonces nuestras buenas obras no sirven de nada para entrar al cielo, de otro modo tendríamos de que jactarnos ante Dios diciéndo: déjame entrar, yo me gané mi entrada, mira todo lo bueno que hice.

Creer en Jesucristo es renunciar a nuestra propia justicia y declarar que no podemos salvarnos a nosotros mismos. Es reconocer que somos pecadores y no alcanzamos el estándar de justicia que Dios establece. Esto requiere humildad. Requiere que seamos conscientes de nuestra condición frente a Dios y que entendamos que sin Él estamos perdidos.

Esto nos lleva al último punto:

5) La salvación no se puede perder.

Establecimos que somos pecadores, merecedores de condenación eterna, necesitados de un salvador y que Jesucristo es quien nos salva si ponemos nuestra confianza en lo que hizo por nosotros. Pero que pasa si he creído esto y sigo pecando, ¿me quitará Dios mi salvación?

La Biblia nos enseña que la salvación no solamente es algo inmerecido sino que también es un regalo o algo gratuito de parte de Dios:

Porque la paga del pecado es muerte; mas el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 6:23

Un don es un regalo. Y el regalo que Dios nos da es la vida eterna. Tiene sentido porque si la muerte es la condenación eterna en el infierno, la vida eterna es no ir allí jamás. Si es un regalo, eso implica que Dios trabajó y pagó por ese regalo antes de ofrecérmelo. Pero una vez yo lo recibo es mio. De más está decir que si es un regalo yo no debo trabajar para pagarle a Dios, de otra forma no sería un regalo sino un pago ganado con esfuerzo.

También dice que el regalo es vida eterna y si la vida eterna Dios me la quita por pecar, ¿era eterna para empezar? Carece de sentido. Vida eterna no solo significa que viviré para siempre, también quiere decir que no moriré jamás, es decir, que nunca iré al infierno. Ya no seré condenado.

La Biblia está llena de referencias que enseñan que la salvación no es posible perderla y que tenemos seguridad eterna cuando hemos confiado en el Señor. Un ejemplo de la boca de Jesús mismo nos lo confirma:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; y yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Juan 10:27-28

Una vez conocemos a Jesús y Él nos conoce, nada ni nadie nos arrebatará de su mano, ni siquiera nuestros pecados presentes o futuros, porque Él ya pagó también por esos pacados en la cruz.

Dios también usa otra figura para describir la salvación:

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Juan 1:12

Recibir vida eterna significa también ser declarado hijo de Dios, que nacimos de nuevo en Su familia. Esto significa que Él nunca dejará de ser nuestro Padre, como nunca dejamos de tener un padre y una madre biológica en la tierra, aunque no sepamos quienes son, estén vivos o hayan fallecido.

Entonces Dios no nos quita el regalo de la vida eterna, ¿pero qué pasa si pecamos? Similar a la relación padre e hijo, si este desobedece las reglas de la casa, hay consecuencias, probablemente un castigo y la relación se ve afectada. Dios es un buen Padre y debemos esperar de Él su disciplina y por eso la Biblia dice:

Porque el Señor al que ama castiga, y azota a todo el que recibe por hijo.

Hebreos 12:6

Dios te va a bendecir o a castigar en esta vida conforme a como actúes. Recuerda que cosechamos lo que sembramos, es causa y efecto. Tienes que vivir con las consecuencias de tus actos en este mundo, pero tu destino después de la muerte permanece intacto. Él te prometió que te salvaría si pones tu confianza en Jesucristo, es lo que dice su palabra.

Dios quiere que recibamos la vida eterna y volvamos a nacer espiritualmente como sus hijos. Luego viene el crecimiento para hacer las buenas obras que reflejen que somos hijos de Dios. Ese es el orden correcto. Es curioso que todas las religiones del mundo enseñan lo opuesto: primero has las buenas obras, esfuérzate y ellas harán que Dios te acepte y te salve.

Esto es tan equivocado que hay personas muy religiosas que parecen amar mucho a Dios, pero van camino a la condenación eterna porque rechazan a Dios confiando en su propia justicia. No hay excusa para perderse, salvo que rechaces lo que Dios te dice en su palabra:

y con todo engaño de iniquidad en los que perecen; por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.

2 Tesalonicenses 2:10

Por el contrario hay quienes no viven una vida para Dios y se salvan porque a pesar de sus muchas faltas, reconocen que son pecadores y no tienen nada bueno que mostrarle a Dios, solo su fe:

Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso.

Lucas 23:42-43

Esto lo dijo uno de los ladrones crucificados junto a Jesús.

Hoy Dios te presenta un regalo. Él ya hizo todo lo difícil: vivió una vida sin pecado, se entregó voluntariamente a la muerte para pagar por los tuyos, fue sepultado y al tercer día resucitó y salió de la tumba. Lo único que tu puedes hacer es aceptarlo o rechazarlo. Puedes elegir si creer o no creer. Dios te dio la potestad de elegir y Él no obliga a nadie.

Si esta explicación ha tenido sentido para ti y quieres recibir el regalo que hoy Dios te ofrece, permíteme guiarte en una sencilla oración para ayudarte a decirle a Dios que le has creído y quieres recibir lo que Él te ha prometido. Puedes hablarle desde tu corazón:

Señor Jesús, admito que soy un pecador, que el pago de mi pecado es la condenación eterna, pero creo que tu viniste al mundo, moriste en la cruz por mis pecados y resucitaste al tercer día. Yo no puedo salvarme a mi mismo, confío en ti solamente para ser salvo, dame el regalo de la vida eterna, Amén.

Si oraste sinceramente y creyendo estas palabras, la Biblia dice:

Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Romanos 10:9

A partir de hoy eres un creyente, un hijo de Dios porque has nacido de nuevo. Puedes tener la paz de estar 100% seguro de tu destino cuando partas de esta tierra.

Ahora si te pregunto: ¿qué hiciste para merecer el cielo?

Ya sabes la respuesta: Jesucristo lo hizo todo por mi y yo solamente confié en Él.

Porque la Escritura dice: Todo aquel que en Él creyere, no será avergonzado.

Romanos 10:11